LIBERTAD ABSOLUTA DE CONCIENCIA

El Rito Francés de
nuevo a Plena Luz

 

masonería liberal

«Título original: Le Rite Francais de Nouveau en Pleine Lumiere.»

El Rito Francés, dotado por el Gran Oriente de Francia y Roettiers de Montaleau con un ritual fiel al espíritu que animara a los fundadores de la masonería especulativa, debió sufrir en los decenios siguientes los ajustes intempestivos que lo desnaturalizaron.

Las graves mutilaciones que no pudieron quitarle todo su carácter masónico y hacerlo desaparecer. Rescatado por Arthur Groussier, Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, el Rito Francés hoy en día ha recobrado su pleno brillo y han sido revividos sus altos grados.

El ritual de Logia practicado en Francia a principios del siglo XIX es el resultado de una larga historia. Es el heredero directo del usado en las islas británicas durante los años 1720 y 1730, cuerpo original denominado de los modernos, entrecruzado con adaptaciones y evoluciones introducidas en los años siguientes y que dieron como resultado un ritual nacional de radiación continental.

Con algunas clarificaciones reglamentarias resultó fielmente codificado por el Gran Oriente de Francia en vísperas de la revolución francesa y que se dio a conocer bajo el nombre de “Regulateur du Macon” (Rito Francés de1801), y será la referencia bajo el imperio y aún más allá.

Dotada esta versión de un valor más indicativo que prescriptivo, es como las Logias organizaron su vida ritual. En efecto, si estas últimas, como en el siglo xviii, velaban para conservar un cuerpo doctrinal que permaneciera compatible por los pasos, signos, palabras y de un modo general por la maestría de una gestualidad y de un formalismo común, no se detenían ahora en desarrollar sus particularidades, abriéndose de esta manera a toda suerte de influencias e innovaciones.

A lo largo de la primera mitad del siglo xix, los usos del Rito Francés, que impregnaron profundamente la inmensa mayoría de las Logias azules, fueron, de la misma forma, diversificándose en los modos de circulación, enriqueciéndose con comentarios propios, integrando tonalidades filosóficas o espirituales, introduciendo influencias “egipcias” o “escocesas”, recogidas en los innumerables avatares del “más allá de la maestría”, o aún, a veces copiando el estilo de los “antiguos” que ya comenzaba a verse aquí y allá.

En el siglo XIX, el Rito Francés sufre un movimiento pendular que le hace evolucionar desde una forma rígida, moralista, deísta a una simplificación ritual extrema.

Pronto habrá, de hecho, varias versiones del Rito Francés, como aquella de los “héroes de la bastilla” de Nicholas Charles Des Etangs (1766-1847), que muchas Logias adoptaron durante el segundo imperio y que intentaba introducir, de modo detallado y con tonalidades orientalistas, las referencias de una religión universal.

Sin adentrarse en esa diversidad y riqueza que será prerrogativa del rito, las evoluciones del Rito Francés en el siglo XIX, permiten apreciar de un modo general un vasto movimiento pendular.

Ese balanceo va en un principio a evolucionar desde una forma rígida, moralizante, deísta, para luego volver en un segundo momento a una extrema simplificación ritual. Después de 1830 y favorecida con la revolución de julio, la masonería francesa comienza un proceso de radicalización que la conducirá a implicarse cada vez más audazmente en una óptica liberal, en la vida de la ciudad, implicándose prontamente con la construcción del régimen republicano.

Tal evolución no presume mecánicamente modificaciones rituales que van surgiendo en ese momento, al menos como nosotros podríamos imaginarlo hoy día. Las Logias que adoptaron con entusiasmo el ternario libertad-igualdad-fraternidad (1) en 1849, bajo la efímera segunda república, son las que presentan en el convento del mismo año, las dos afirmaciones dogmáticas acerca de la creencia en dios y la inmortalidad del alma. Ese dios, para aquellos masones hostiles a las “castas sacerdotales”, es también un dios de la naturaleza o “de los filósofos”, según la expresión de la época.

El paso al anticlericalismo de la Tercera República, sin embargo, se hace con facilidad, y el “Jesucristo, primer socialista” de los del cuarenta y ocho, resonará largo tiempo aún en sus cabezas, antes que el evangelismo revolucionario, bajo los golpes de hocico del positivismo, lo cediera a otros cultos.

Es en tal contexto bien comprendido, sobre una tendencia y evoluciones ya propias del medio siglo venidero, cuando el Ritual Murat de 1858, sumando pensadores deístas, intentará domesticar el verdor filosófico de las fórmulas de origen.

El ritual en sí mismo sigue siendo esencialmente el del regulateur, con su fórmula de apertura y cierre de los trabajos, sus formas tan características de recepción y de pasaje a los diversos grados (que el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, en Logia Azul, no hace más que reproducir con un mínimo de adaptaciones propias).

De la misma manera, las instrucciones, el tapiz de Logia y las columnas al n-e, s-e y s-o, no son más que la conservación, por lo genral, de prácticas antiguas. Sin embargo, el ritual se encuentra cargado de insistentes invocaciones al Gran Arquitecto del Universo, de interpretaciones en gran medida religiosas (a veces necesarias), de comentarios moralizantes, de disposiciones burocráticas.

Más que de una transformación del rito, debemos hablar de una edulcoración y de un encorsetamiento.

En 1887 el ritual amiable recorta las prácticas rituales más simbólicas o emocionales, difundiendo la vulgata positivista y orientando todo en la idea de una marcha implacable del progreso.

Es entonces en esa época en la que se oficializa la desaparición de los “altos grados” franceses, ya muy caídos en desuso al término de una decantación por los años 1760, luego de una elaboración meramente reflexiva en los años 1780 debida a Roettiers de Montaleau, es cuando el Rito Francés incluye siete grados desde el siglo XVIII.

Apoyando la evolución de la primera mitad del siglo xix, se ve al escocismo naciente anexionarse al Rito Francés , para sustituirlo, el rito murat conserva su nombre pero reemplaza los cuatro ordenes tradicionales de elegido, Gran elegido escocés, caballero de oriente y soberano príncipe rosacruz, por cuatro etapas del sistema en treinta y tres grados del R.·.E.·.A.·.A.·. : el 18º (rosacruz), el 30º (kadosh), 32º y 33º. A partir de ese momento y por largo tiempo, el Rito Francés no comprenderá más que tres grados. Las mutaciones de la masonería se aceleran con el advenimiento de la Tercera República.

Cuestiones y luchas ideológicas tienen prioridad sobre toda otra consideración. El ritual ya no es más la primera preocupación de los hermanos. Después del convento de 1877 y el abandono de las referencias “dogmáticas” lo que se propondrá, en lugar de contentarse con un maquillaje de fórmulas que le harían retroceder sustancialmente al régulateur de 1801, será una mutación radical. ¡no es el momento para supersticiones, alegorías, pruebas físicas y otras prácticas emocionales o mágicas! Se trata ahora de reducir, depurar todo lo que pueda recordar a los “usos obsoletos”, de suerte que todo sea didáctico, racional, esclarecido y explícito.

En tales condiciones, el ritual de 1887 del Hermano Amiable, tanto por razones internacionales como por conservar aunque sea una especificidad mínima a la institución, tiene la intención de no conservar más que un marco de principios. Se recorta dentro de lo esencial, la práctica ritual, aquello que aparece como simbólico o emocional y busca instalar, a lo largo de sus páginas, una vulgata positivista, totalmente orientada a fortalecer la idea de una marcha implacable del progreso.

Los complementos de 1907, bajo la influencia del Hermano Blatin, conservan esa orientación y desarrollan o introducen igualmente los dispositivos fúnebres, las ceremonias de adopción y el ritual conyugal. La tentación es grande, por esa época, de hacer del Rito Francés el vector de un ateísmo militante o incluso de una religión laica sustituta.

Por último, las nuevas ediciones de 1922 recortan más aún, llevando incontestablemente al punto más bajo dentro del contenido ritual propiamente dicho del Rito Francés. Así a lo largo de la Tercera República, durante casi medio siglo, no se dispondrá más que un dispositivo ritual sumario, simplificado al extremo, como se puede juzgar al leer la apertura de los trabajos de una versión aún en uso por los años 30`s:

« Ven.·. : da un golpe de mallete, que es repetido por los vigilantes, se invita a los hh.: a levantarse y ponerse al orden. Después dice:

Ven.·. : H.·. 1er. Vigilante, ¿Por qué los miembros de la R.·.L.·. están reunidos en el Templo?

1er. Vigilante: V.·.M.·. :, los HH.·. presentes en las columnas solicitan trabajar en la obra de la francmasonería.

Ven.·. : H.·. 1er. Vigilante, cuál es esa obra?

1er. Vigilante: la francmasonería quiere extender a la humanidad todos los lazos de fraternidad y solidaridad que unen a sus miembros. Se ha dado por misión extirpar del corazón de los hombres los sentimientos de odio, egoísmo y de su cerebro, la mentira y el error.

Ven.·. : H.·. 2do. Vigilante, ¿Cómo piensan los miembros de este Taller que pueden contribuir a esa obra?

2do. Vigilante: por el respeto de la disciplina libremente consentida, por el estudio científico de los problemas individuales y sociales, por el esfuerzo perseverante en la búsqueda de la verdad.

Ven.·. : para que esos resultados puedan ser alcanzados, es necesario que los prejuicios y las pasiones del mundo profano no traspasen las puertas del Templo. Los francmasones deben estar prestos a escuchar a sus HH.·. Y a ninguno decirle que no es útil para la obra común, en una palabra a participar del trabajo masónico.

1er. Vigilante: estamos prestos a trabajar, Venerable Maestro.

Ven.·. : puesto que es así, HH.·. míos, os invito a abrir los trabajos de la R.·.L.·. ................... en Grado de Aprendiz, en la forma de costumbre. A mí, mis HH.·. por el signo, la triple batería y la aclamación. (esas órdenes son ejecutadas). Los trabajos están abiertos. Tomad asiento, HH.·. míos »

Sería difícil hoy día ser más conciso y apasionado en un discurso, conveniente y calmo. ¡y aun así! Si el de apertura no tiene efecto alguno en la posteridad, una serie de fórmulas, incluso las de cierre de los trabajos, más felices, las que nos llaman a amar a nuestra orden, por el ejemplo, de nuestras cualidades y a llevar fuera del Templo las verdades adquiridas, sí tendrán una hermosa posteridad...

Viendo que ciertas Logias se disponían a abandonar el ritual y que se comportaban más bien como Comités Políticos, el Gran Oriente de Francia se recupera y promueve el mantenimiento de la disciplina y particularidad masónica. Es la garantía que solo puede dar el ritual. 

La perspectiva acerca del ritual, y por tanto de su contenido, va a cambiar sin embargo, ante la influencia de varios factores.

La evolución de finales del siglo XIX no había impedido la existencia de corrientes espiritualistas o simbolistas, por otro lado, perfectamente republicanas.

Además, muchas Logias habían conservado en uso, por propia decisión, muchas costumbres anteriores. De eso el Gran Oriente no podía cambiar nada. Se encontraba él mismo enfrentado rápidamente, al inicio del siglo, con los riesgos de un puro y simple abandono del ritual por muchas de sus Logias (que en ciertos casos no se comportaban más que como comités republicanos), obligado a llamarlas al orden en su ámbito y, a fin de cuentas, a promover el mantenimiento de una disciplina y una particularidad masónica, una garantía que solo el ritual podía dar.

Progresivamente, por otra parte, el rito escocés antiguo y aceptado ya había captado antes y mejor las tendencias, y la Gran Logia de Francia, a su izquierda, se afirma en un dinamismo destacable al proponer una ritualidad más completa y simbolista, espiritualista.

La difusión de revistas masónicas de la época, o de obras como las de oswald wirth, así como las iniciativas de muchas figuras o dignatarios del Gran Oriente de Francia, van a suscitar expectativas que inician el retorno a una cierta legitimidad tradicional (sabedora de sus propios excesos) y servirán de base a la elaboración de un ritual más consistente que la obediencia, que finalmente adoptará poco a poco durante la segunda mitad del siglo XX.

El papel de Arthur Groussier en ese regreso será decisivo. Pero su nombre, que quedará ligado a esa rehabilitación, no debe hacer olvidar que los rituales de 1938 (que no tendrán difusión vistas las circunstancias), de 1946 y de 1955 (este último, con mucho, el más exitoso), son las etapas prudentes de algo que más tarde se afirmó, de una elaboración progresiva, de una larga obra colectiva que hunde sus raíces en las primeras reflexiones del fin del siglo XIX, y en ellas el inicio del siglo XX, que se sigue en los debates en el intermedio entre las dos guerras, y se prolonga en adelante desde la mañana de la liberación hasta hoy.

Como se verá, el Rito Groussier, que se difunde después de la guerra, no es la versión más despojada e indigente del Rito Francés como se la ha caricaturizado, sino el resultado de un trabajo de reintroducción de elementos tradicionales, de aportes e innovaciones que, en su mayor parte florecerá con el tiempo otros desarrollos en la disposición decorativa (de esa época es por ejemplo la que data la costumbre de ubicar un guarda sentado sobre el umbral del templo), el retorno a las etapas tradicionales de cubrimiento y apertura, marcan una evolución de importancia.

La rehabilitación de un ceremonial diseñado para establecer una separación radical con el mundo profano, de crear virtualmente un aislamiento y un nuevo espacio-tiempo por la verificación de la cobertura, el recuerdo de la hora y la edad, el retejado de los presentes por el signo, y todas las demás afirmaciones de un reconocimiento mutuo, la repetición al unísono de malletes y baterías testimonian una visión renovada de la masonería y de sus relaciones con el mundo.

Fieles al espíritu de groussier, las reformas del fin del siglo xx terminaron por dotar al Rito Francés de un ritual de referencia cercano a los usos del siglo XVIII, inteGrando lo mejor de los aportes ulteriores. El resultado es de una visión particular (con muchas precauciones: la mayor parte de las innovaciones son facultativas) en lo que concierne a las recepciones, el regreso o arribo de los «viajes y las purificaciones», las pruebas físicas (báscula, copa sagrada, prueba de sangre, estrépitos) de notables modificaciones, de comentarios (aún el mismo gadu es evocado) y de la consagración, la posibilidad de hacer preceder la luz de una «visión del perjurio» o Pequeña Luz, una primera instrucción. En fin, además de otras reintroducciones o innovaciones, el Rito Groussier propone un destacable texto de referencia para la Cadena de Unión, que aunque poco practicada, cosechará un gran éxito.

Los comentarios iniciales dan lugar a un brillante recordatorio de los principios capitales de la orden con una referencia totalmente inédita a las Constituciones de Anderson, y conducido hábilmente a la lectura del artículo 1er. De la Constitución del Gran Oriente de Francia.

Los años siguientes, los incesantes esfuerzos de ciertos hermanos, con frecuencia jóvenes iniciados, tendientes para que el ritual fuera aplicado integralmente, y enriquecido en base a diversas fuentes de inspiración, comenzará a dar sus frutos. Se tiende a erradicar el uso del tabaco en Logia, de la observancia absoluta de vestir el mandil de maestro y los guantes (muchos de los antiguos hermanos se contentaban con la banda) y de hacer que las reuniones de comité dejen el lugar a las más frecuentes tenidas de obligación. Esto concierne también a la mejor formación de aprendices y compañeros, donde los tiempos de permanencia en los grados ¡se duplicaron en mitad del siglo!

El Rito Francés ha tenido una evolución al final del siglo XX en el sentido de una mayor solemnidad... Se ha podido ver Logias que han introducido sus adaptaciones o nuevas disposiciones en las iniciaciones, como por ejemplo el empleo del espejo, entre otras cosas. Fiel a sí mismo, encarna una gran diversidad de variantes, fruto de esas evoluciones.

La doble tendencia consistente en volver a las versiones tradicionales o a las consideradas como tales, aunque se trate de una tradición ficticia, a la vez que se acompaña de las mejores profundas transformaciones que están teniendo lugar dentro de la masonería. Es una labor continua.

Sin embargo, los intentos de retocar «por lo alto», superficialmente y sin coherencia, han tenido pocos seguidores. La reedición de 1979, no hará, en lo esencial, más que anular el carácter facultativo de ciertas disposiciones de 1955, suprimiendo aquellas que, como la prueba de la sangre o la pequeña luz que eran poco empleadas. Desde entonces las proposiciones tocantes al 2º y 3º grado serán mejor aceptadas.

En definitiva será la reedición de 2002 la que resulta más respetuosa, en letra y espíritu, a la rehabilitación iniciada a la víspera de la segunda guerra mundial, con su parte histórica, sus instrucciones, su presentación unificada, reagrupando todos los grados y todos los tipos de ceremonias, recordando así al regulateur. De excelente calidad editorial, propone un ritual de referencia muy próximo en definitiva a los usos del siglo XVIII, integrando inteligentemente los mejores aportes y evoluciones de dos siglos de historia del Rito Francés.

Hoy en día, el Rito Francés se practica en una buena media docena de Obediencias en Francia, pero también en Bélgica y otros países de Europa. Paralelamente a esas evoluciones que modificaron las prácticas de la inmensa mayoría de las Logias del Gran Oriente de Francia, otros acontecimientos significativos concernientes al rito, los cuales se producen en la segunda mitad del siglo XX, podemos decir que sus efectos hoy día de actualidad se están acelerando. En primer lugar, el deseo de conectar con la famosa “tradición” ha conducido a ciertos masones y a ciertas Logias a intentar encontrar y poner en uso el Rito Francés del siglo XVIII.

La creación de la Logia “du devoir et de la raison” (del deber y la razón) en 1955, se inscribe en ese pensamiento y marca la voluntad de restablecer la forma original del rito. Este enfoque, ambicioso, será reimpreso y distribuido de muchas formas y adoptará distintos nombres: Rito Francés moderno restablecido, Rito Francés tradicional; Rito Francés 1801 antiguo, etc. A pesar de las divergencias secundarias (que revelan sobre todo la imposibilidad de definir que es un rito original y la dificultad de practicarlo sin un mínimo de adaptación), será el inicio de una bella aventura plena de descubrimientos y de investigaciones.

El retorno del tapiz de Logia, de ciertas fórmulas antiguas, y del modo de recepción de antaño, son elementos en perfecta conformidad con los orígenes y el espíritu del rito y que inspiran actualmente a muchas Logias, y cuyo enfoque está aún activo.

El Rito Francés está saliendo del Gran Oriente de Francia por muchas puertas y ventanas. Se practica hoy en día en más de media docena de obediencias francesas, si nos atenemos a la estructura hexagonal simple (recordemos que también es el rito del Gran Oriente de bélgica y de otras potencias masónicas, en versiones totalmente legítimas y plenas de interés histórico).

La Gran Logia Femenina de Francia lo reinició en 1973 y hoy lo practican más de un cuarto de sus talleres.

La Logia Nacional Francesa, nacida en 1973, lo emplea con un gran espíritu de investigación y de preservación, respetando el espíritu de su fundador, René Guilly, quien fue un eslabón esencial de este renacer ritual.

Las Logias de la Gran Logia mixta universal, igualmente nacida en 1973 lo practican mayoritariamente. Las Logias de la Gran Logia Mixta de Francia, nacida en 1981, lo hacen en la mitad de los casos. En fin, al término de diversas peregrinaciones, dos docenas de Logias de la Gran Logia Tradicional y Simbólica Opera y de la Gran Logia Nacional Francesa (2) lo practican también.

Reactivación de los órdenes de sabiduría, impropiamente denominados “altos grados del Rito Francés”.

Como punto final, en todo caso significativo, de una vitalidad reencontrada, los cuatro órdenes antiguos han recobrado fuerza y vigor en el último tercio del siglo XX.

Anecdóticos en 1963, marginales durante largo tiempo, dirigido hacia la rehabilitación de una forma original cargada de tonalidades religiosas, ese despertar no se hizo en el seno del Gran Oriente de Francia. Sin embargo, es claro que proporcionará lo esencial de los hermanos determinados a llevarlo a cabo. Cuando fue evidente que el pleno ejercicio del Rito Francés podría concebirse en siete grados y que el trabajo a realizar era inmenso, las iniciativas se multiplicaron.

A partir de capítulos interobedenciales o “salvajes” que se crearon en el período precedente (señalamos sobretodo la chaine d´union y roettiers de montaleau, así como el papel de Jean-Theophile Désaguliers de la Logia Nacional Francesa); otros comenzaron a partir de 1993 a adherirse a fórmulas tradicionales y tratan de inferir en ellos.

En lo que concierne al Gran Oriente de Francia, pasadas algunas tensiones, el acuerdo se dará entre sensibilidades, lo que permitirá que dentro del GODF, entre 1997 y 1999, se permitiera dotarse con un Gran capítulo general que conocerá un desarrollo asombroso con unos 150 talleres, reuniendo a unos 4000 hermanos.

La GLFF y la GLMF, especialmente, digamos que están dotadas de Grandes Capítulos. El Rito Francés gana así en densidad y extensión, pero deberá sin duda definir pronto su plataforma identitaria, sus formas y su misión.

1. Sobre el tema se leerá con interés el artículo de Jean-Pierre Villain en la chaîne d’union, n° 36, abril 2006.

2. Leer el artículo de Pierre Petitjean y el de Hervé Vigier.

 

(*) Autor: Ludivic Marcos - Traducción: Saúl Apolinaire