LIBERTAD ABSOLUTA DE CONCIENCIA
Rituales funebres en la masonería
Tenemos entendido que el mito de la muerte y la resurrección es la base de la búsqueda iniciática de la masonería, que aspira a transformar al individuo y a mejorar sus cualidades morales. Sin embargo, en los rituales no hace alusión explícita a la inmortalidad del alma o a la vida en el más Allá.
Un dicho antiguo dice “La masonería deja hablar a los símbolos” La verdadera maestría está reservada a aquellos que han traspasado las puertas de la muerte. En este breve trabajo vamos a referirnos a la importancia simbólica de la muerte en la masonería, así como a los rituales correspondientes a la muerte física del hermano masón, es decir, de su “paso al Oriente Eterno”.
Cuarto de Reflexiones
En la mayoría de los ritos masónicos el postulante debe pasar una serie de pruebas al principio de su iniciación. La primera es la del cuarto de reflexiones, conocida también como “la prueba de la tierra”. El neófito es dejado en completa soledad en un pequeño habitáculo pintado de negro, a menudo subterráneo, rodeado de diversos símbolos: un reloj de arena, la fórmula hermética V.I.T.R.I.O.L, entre otros. Sobre una mesa están dispuestas una vela (única iluminación del lugar), una calavera, pan, trigo, un recipiente con agua y otros tres que contienen, respectivamente, mercurio, azufre y sal o sus símbolos.
Este recinto es el lugar de la muerte filosófica. Redacta luego su testamento, respondiendo por escrito a tres preguntas que se le hacen en un hoja en forma de triángulo, Despojándose de su dinero, su reloj, sus joyas y sus adornos el neófito renuncia a los bienes materiales, a una riqueza ilusoria. Se trata de un sacrificio libremente consentido.
La entrega de los objetos implica la entrada a una vida nueva, en un mundo nuevo. Despojarse de los metales es aspirar a la simplicidad, a la liberación del ser. Con esta renuncia se abandona todo aquello que no es sino ilusión.
Con lo anteriormente mencionado pues se trata de una muerte “simbólica”. Ahora pasemos a la verdadera muerte.
Ritual fúnebre con cuerpo presente
La masonería ha establecido ritos para los principales acontecimientos de la vida del masón. Entre ellos no podían faltar los relacionados con la desaparición física de un hermano miembro que ha pasado al Oriente Eterno. Analicemos de forma somera los ritos de las honras fúnebres con el cadáver presente, los que se efectúan tras la ceremonia y los de la “tenida fúnebre”. Para ello tomaré como un ejemplo lo escrito por un escritor español célebre del siglo XIX, Benito Pérez Galdós, quien en la obra Episodios Nacionales dedica varios capítulos a la masonería. Entre ellos destaca El príncipe D. Enrique y su funeral masónico, donde recoge los funerales masónicos del general Prim, llevados a cabo en la basílica de Atocha, en Madrid.
Así los narra: “Los masones, que eran unos treinta, pertenecientes al Gran Oriente Nacional de España, dieron comienzo a la ceremonia sin que nadie les estorbara en los diferentes pasos y manipulaciones de su extraño rito (...). Lo primero fue hacer tres viajes alrededor del ataud, formados uno tras otro. El primero y segundo viajes iban dirigidos por los dos primeros Vigilantes de la Orden; en el tercero iba de guía el Gran Maestro. Al paso arrojaban sobre el cadáver hojas de acacia. Luego, el propio Gran Maestro dio tres golpes de mallete sobre la helada frente de Prim, llamándole por su nombre. A cada llamamiento, los masones, mirándose con gravedad patética, exclamaban: ‘¡No responde!’. Después formaron la cadena mística, dándose las manos en derredor del muerto. El Vigilante declamó con voz sepulcral esta fórmula: ‘Falta el hermano Prim, La cadena se ha roto.’ Allí el Venerable Maestro hace su discurso".
Luego del Ritual fúnebre los HH:. se colocan realizando la "Guardia" con los brazos cruzados.
Así también existe un ritual que se realiza en la misma logia pasada la fecha de la ceremonia fúnebre. El lugar se encuentra tapizado de negro y tenuemente iluminado. En medio de la sala se coloca un ataud sobre el pavimento mosaico, el tapiz cuadrangular que reproduce a escala las dimensiones de la logia y que está formado por cuadrados blancos y negros, igual que los de los tableros de ajedrez. El catafalco está flanqueado por tres columnas y se coloca sobre él una rama de acacia.
Las columnas son los tres pilares que sostienen simbólicamente la logia masónica y cuyos nombres son Sabiduría, Fuerza y Belleza. El lugar que estos pilares ocupan en el templo les da una posición destacada al estar ubicados en tres de las cuatro esquinas del pavimento mosaico. El pilar de la Sabiduría se dispone en el ángulo sudeste del tapiz, el de la Fuerza en el noroeste y el de la Belleza en el sudoeste.
Los capiteles de los pilares se corresponden igualmente con tres órdenes arquitectónicos clásicos: el jónico, el dórico y el corintio. Estos tres principios también representan tres cualidades o estados del alma humana que, vividos en el interior del ser, hacen posible su transmutación y contribuyen, por tanto, a la edificación del templo interior, del cual el templo material es la figuración simbólica.
Batería de duelo
En este ritual se menciona que la batería de duelo, es en forma de lamentos apenas audibles, repitiendo “¡Gimamos!”. El Venerable Maestro agrega después: “Nuestra cadena simbólica no podría romperse, pues ella se reforma cuando un eslabón se rompe. Permanecemos para siempre unidos y a esta unión pertenecen aquellos cuyas manos fraternales no podemos estrechar. Han desaparecido, pero para nosotros no han muerto”. A continuación se proclama:
“Hermanos, meditemos sobre nuestra impotencia para penetrar en los secretos del Más Allá. Rindamos homenaje a aquellos que nos han precedido en la noche a la que iremos cuando llegue nuestro turno”. Tras esta alocución la palabra de esperanza circula a lo largo de la cadena que constituyen los miembros en forma de dos cortas frases: “Nada muere. Todo está vivo”. Algunos talleres masónicos, en el momento de citar a los integrantes de la logia en su constitución nombran a sus hermanos desaparecidos con el fin de conservar el recuerdo de los compañeros que se fueron. A cada nombre el Venerable responde: “Pasado al Oriente Eterno”.
Un documento en referencia a la muerte
Para acabar, merece la pena mencionar un documento masónico de especial interés. En un cuaderno manuscrito de 44 páginas titulado Grados de la masonería teórica, fechado en 1786, encontramos un pasaje titulado Diálogo con la ocasión de la conmemoración de los muertos. Dice así:
“–Hermano, ¿temes a la muerte?
–No la temo.
–¿Qué es lo que te da la posibilidad de dar esa respuesta?
–Mi cualidad de francmasón.
–¿Por qué no temes a la muerte?
–Porque ella forma parte de la existencia universal.
–¿No hay por qué temer a la existencia universal?
–No hace falta que la tema.
–¿Por qué no hace falta que la temas?
–Porque yo estoy armoniosamente unido a esta existencia universal.
–¿Cuál es el lugar de la muerte en esta sucesión de ideas?
–La muerte es una modalidad de la vida.
–¿El francmasón contempla la muerte?
–El francmasón contempla la muerte.
–¿De qué forma el francmasón contempla la muerte?
–Por la conmemoración de aquellos que le precedieron en la muerte.
–¿Cómo les conmemoramos?
–Por una logia de duelo.
–¿Por qué llevamos duelo por aquellos que nos han dejado?
–Hemos perdido amigos fieles, combatientes abnegados cuya ausencia hace más grande nuestra tarea. En el duelo honramos sus actos, su caridad y su apoyo. Lamentamos su partida hacia el Oriente Eterno.
–¿Cuál es el consuelo para aquellos que han sido abandonados por sus añorados hermanos?
–El recuerdo de aquellos que, francmasones fieles, se esforzaron seriamente en realizar su ideal de vida como hombres de buena voluntad. Que su ejemplo permanezca siempre ante nuestros ojos.
–¿De qué modo los vamos a conmemorar ahora?
–Colocando tres rosas blancas sobre el catafalco elevado en medio de este templo.
–¿Qué queremos expresar con ello?
–Que su Sabiduría y su Fuerza son realizadas por la Belleza.
–¿Qué pensamiento evoca la muerte en ti?
–La inevitabilidad de la destrucción.
–¿Por qué la destrucción es inevitable?
–Porque nuestra vida terrestre no es más que temporal.
–¿La inevitabilidad se aplica también a aquellos que aspiran a la perfección?
–La perfección de los humanos no puede interrumpir la cadena de los acontecimientos.
En los cementerios no será nada raro encontrar como lápida, una columna rota, y parecería extraño ante los ojos de un profano, pero ahora ya sabemos que se trata de un hermano que yace allí.
Estas ceremonias siguen vigentes y practicándose de la misma forma que en los antiguos tiempos de la masonería. Es usual que cada Logia realice cada cierto tiempo una Tenida Funebre por los hermanos que han pasado a ocupar su columna en el oriente eterno y seguirá así por siempre.