LIBERTAD ABSOLUTA DE CONCIENCIA

¿Qué es la masonería?

 

 

masonería liberal

«La masonería liberal y la masoneria regular.»

¿Qué es la masonería? La masonería es una hermandad secular con más de 300 años de historia que trabaja sobre unos valores éticos y filosóficos que pretende transmitir a sus miembros por medio de un lenguaje simbólico y de una serie de ceremonias al efecto. Sus miembros forman una familia electa, solidaria e igualitaria.

¿Qué NO es la masonería? La masonería no es una religión, pues no tiene dogmas, carece de cuerpo doctrinal al cual se llegue a través de la fe. La masonería respeta todas las creencias, y también la ausencia de esas creencias, en las logias conviven personas creyentes de todas las religiones, agnósticas, ateas, etc..

 

“La palabra -masonería- entraña en todas sus variantes conocidas, la idea de unidad. Desde este punto de vista parece que la masonería es la conjunta construcción de varias unidades, como piedras, ladrillos, maderas, hierros o seres humanos en un compacto edificio. Cuando aplicamos este concepto a la construcción moral de la humanidad en un simbólico edificio trazado de conformidad con un deliberado plan.”

A. S. Mac Bride

La masonería no es una agrupación política, si bien está fundada sobre los valores universales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, deja completa libertad para entender y aplicar estos principios y sus miembros pueden tener cualquier adscripción ideológica en consonancia con ellos y con lo que marcan las leyes.

La masonería tampoco es un ateneo, o una ONG, es una hermandad en la que sus miembros se sienten unidos por un vínculo de fraternidad humanista en torno a esos valores comunes y a un lenguaje y ceremonias propias, que toman como referencia los antiguos gremios de canteros medievales.

La masonería es una escuela de librepensadores. El trabajo habitual en las logias es el debate de ideas entre sus miembros en un ambiente de tolerancia, respeto y libertad, así como el trabajo simbólico que se lleva a cabo a través del método masónico y que consta de tres peldaños: Aprendiz, Compañero y Maestro. La masonería trabaja en el marco de una tradición antigua y esto implica observar un cierto Rito que no es más que un sistema ceremonial inspirado en los valores del Humanismo y la Ilustración que permite practicar una espiritualidad laica, sin dogmas ni doctrinas, que nos sirve para llevar a cabo un proceso de autoesclarecimiento, un aprendizaje psicológico y moral que pretende instruirnos acerca de las cuestiones filosóficas y éticas que se ha planteado y se planteará siempre el ser humano.

La masonería pretende el progreso de la sociedad a través de la formación de sus miembros en los valores de Libertad, Igualdad y Fraternidad y es cada masón, individualmente, el que contribuirá a la mejora de la sociedad a través de su mejora personal como individuo. La masonería enseña una moral cívica de convivencia a sus miembros a través del ritual y los símbolos, fundamentalmente relacionados con la construcción pero también con la geometría, las matemáticas o el Arte.

Pero la masonería es, ante todo, una fraternidad. Un lugar de unión de personas diferentes, de cualquier clase, ideología, género, creencias… que quieren aprender unas de otras y que se reconocen como hermanos en cualquier parte del mundo en base a esas inquietudes comunes. Ser masón o masona no es otra cosa que adquirir un compromiso con uno mismo de mejorar cada día como persona y compartir tiempo y espacio con otros que se ocupan en la misma tarea.

A cualquier persona que desee ingresar en la masonería solamente se le exige ser “libre y de buenas costumbres”. Ser libre implica no solamente tener autonomía económica y personal en sentido estricto, sino también ser libre intelectualmente, esto es, ser capaz de pensar por uno mismo sin tutelas. Ser de buenas costumbres consiste en poner en práctica esa libertad y ser consecuente con nuestras ideas, tener un comportamiento cívico en los estándares habituales, no tener antecedentes penales, etc. No se trata de guardar una moral determinada, sino la de cada uno. El masón o masona puede, por supuesto, aceptar unos principios morales establecidos, pero como un ser libre, honrado y responsable, debe tener fundamentados en su conciencia dichos principios, y nunca aceptarlos por rutina o por presión social.

El masón debe hacer gala de un comportamiento intachable, de lo que aspira a ser. Independientemente de las opiniones de cada cual, éstas deben ser abiertas, carentes -en lo posible- de prejuicios, y fruto de una reflexión propia. Debe abordarse la vida buscando lo que une antes de lo que separa, y saber manifestar las diferencias con sinceridad para con uno mismo y con respecto a los demás. Esto no significa que el masón no defiende sus ideas y creencias, ya que en ese caso no sería coherente consigo mismo, sino que esa defensa debe ser realizada de forma abierta, tolerante y fraternal, huyendo de la concepción de ser portador de la verdad absoluta.

La masonería moderna es una institución de más de 300 años de antigüedad; las logias masónicas comenzaron a funcionar en los primeros años del siglo XVIII.

De manera simbólica, la francmasonería desciende de los albañiles constructores de la Edad Media (llamados en inglés masons y en francés maçons), quienes durante varios siglos se desplazaron por toda Europa para construir edificios religiosos o profanos, catedrales o palacios.

Aunque en la actualidad se pone en duda la realidad histórica de una transición directa entre la Masonería Operativa de los Constructores y la Francmasonería Especulativa, las herramientas de los albañiles se han convertido en símbolos de los Francmasones.

En 1717, miembros de la Royal Society de Inglaterra, la sociedad científica más influyente de la época, crearon la Gran Logia de Londres y de esta manera comenzaba el período de lo que hoy conocemos como Francmasonería Especulativa en la que, con respeto y tolerancia, se dialoga libremente sobre las ideas y se busca el perfeccionamiento moral e intelectual de sus miembros. A través de marinos y comerciantes, la Francmasonería, que se había difundido con rapidez en Inglaterra, pasó al continente donde se instalaron las primeras Logias masónicas en Francia entre 1726 y 1730, en especial en puertos tales como Burdeos o Dunkerque.

En éste período es cuando comienzan a extenderse unas nuevas formas de entender la libertad y la igualdad que conducirían, cincuenta años después, a la Revolución Francesa. Las logias masónicas que se expanden por Francia dejan de ser un “club social, como lo eran en Inglaterra, para convertirse en la caja de resonancia de las nuevas ideas emancipadoras de los hombres y las sociedades. El Gran Oriente de Francia, nacido en 1728 y constituido con ese nombre en 1773, fue la única Obediencia Masónica existente en Francia hasta fines del siglo XIX y hoy, que es la más numerosa, continúa con su lucha por el progreso moral y social de la humanidad.

Reseña histórica

Esta reseña histórica muestra que la Francmasonería es un ámbito de influencia heterogénea, que ha servido durante tres siglos como soporte (o revelador) de numerosos y variados enfoques. El Gran Oriente de Francia basa su legitimidad y su regularidad masónicas en su antigüedad, su representatividad y la aceptación de nuevos miembros según métodos rituales tradicionales. Su identidad está definida por rasgos tales como la importancia asignada al amor fraternal, la complementariedad entre las reflexiones simbolistas y sociales, la pluralidad de ritos en su seno y la libertad de la que gozan los Hermanos para su trabajo en común.

En todas las épocas se han generado grupos a la vez distantes y presentes en el mundo, cuyos rasgos identificatorios son la búsqueda del conocimiento y el uso de prácticas rituales. La Francmasonería y el Gran Oriente de Francia constituyen una manifestación de esta tendencia general. La Francmasonería es sobre todo una escuela de libertad. Para asumir esta misión, el Gran Oriente de Francia no se fija ningún límite. Desde numerosos enfoques se considera a la Francmasonería como una transposición al ámbito especulativo de lo que fue el trabajo de los constructores medievales. Desde esta perspectiva, el trabajo sigue siendo un valor central para la institución. También podríamos considerar que los francmasones siguen construyendo templos, tanto interiores (a partir del famoso “conócete a ti mismo…”) como exteriores, para la humanidad en su conjunto. Debemos tener en cuenta también tres elementos constitutivos para definir la Francmasonería que, según proporciones variables, es una sociedad a la vez fraternal, iniciática y humanista.

La Francmasonería es, en primer lugar y por sobre todas las cosas, una Fraternidad, ya que sus miembros forman una familia electa, solidaria e igualitaria. Esta característica, que data del comienzo de su historia, hace que los miembros de esta vieja cofradía sientan la necesidad de reunirse en seguridad con respecto a las agitaciones del mundo y en autenticidad con respecto a sus supuestas perversiones (los “metales”). Esto implica una visión positiva del ser humano, a priori bueno y capaz de perfección, y acarrea numerosas consecuencias morales que se manifiestan de mil maneras en la Francmasonería.

Es asimismo un grupo iniciático porque propone, tras un ritual de paso que simboliza un cambio de estado (de profano a masón), unos rituales, un método de trabajo y una búsqueda filosófica, vividos en una disciplina de grupo libremente consentida. Todos estos procesos están destinados a coadyuvar en la tarea inacabable de desciframiento del mundo y de búsqueda de sentido para la existencia. Para su perfeccionamiento personal, el Francmasón dispone de un método de aprendizaje basado en el razonamiento que se asemeja al método analógico y que recurre a la interpretación de los símbolos. Los símbolos que utiliza son las herramientas de sus predecesores, los Masones Constructores: la escuadra y el compás, y el progreso se realiza según la organización de éstos últimos: Aprendices, Compañeros y Maestros Masones.

Por último, la Francmasonería es una instancia humanista, un lugar de resonancia social y de reflexión sobre las tareas de cada momento histórico. La institución, y más frecuentemente los francmasones como individuos, están presentes y trabajan para la comunidad. Al mismo tiempo, se esfuerzan por extender los lazos de la fraternidad masónica por todo el planeta, compartiendo, -al margen de las diferencias de nación, raza o religión-, la común exigencia de Libertad, Paz y Justicia. Para trabajar en pos del perfeccionamiento de la sociedad, las logias del Gran Oriente de Francia estudian todos los años diversos temas de actualidad, cuestiones sociales o económicas, escogidas por la Asamblea General Anual (el Convento), de las cuales se realiza una síntesis para el Convento del año siguiente.

El Gran Oriente de Francia considera que la iniciación en la masonería es sobre todo una liberación, no una revelación. Su compromiso se orienta a la emancipación de las conciencias, y no a la eventual salvación de las almas. Su concepción es un equilibrio entre el enfoque iniciático íntimo y el compromiso ciudadano.

El Gran Oriente de Francia practica la tolerancia mutua, que es el hecho de ser tolerante hacia aquellos que son tolerantes, lo que implica luchar contra todos los dogmatismos que quieren imponer políticas y creencias que nieguen a los hombres sus libertades en cualquier ámbito.

Mientras que en otras formas de Francmasonería -especialmente en las que descienden directamente de la masonería inglesa y que conservan sus dogmas- es obligatorio ser creyente y practicante para ser francmasón, el Gran Oriente de Francia es institucionalmente una sociedad que practica la libertad absoluta de conciencia, es decir, que permite que sus miembros elijan creer en alguna verdad revelada, o no creer en ninguna. Es así como en las Logias Masónicas conviven fraternalmente creyentes de todas las religiones junto con ateos, agnósticos y librepensadores. Es en el sentido de esta radical libertad de conciencia que el Gran Oriente de Francia defiende el laicismo del Estado en todas sus actividades y no solamente en la enseñanza pública, que desea mantener gratuita, laica y obligatoria para todos. Nacida en la Asamblea General Anual de 1877, esta nueva concepción de la Francmasonería – de libertad absoluta de conciencia y que quiere actuar sobre los problemas de su época- ha dado origen a una nueva corriente de ejercicio de la Francmasonería llamada Francmasonería Liberal. Se ha desarrollado muy rápidamente en todos los países del mundo donde los hombres aspiran a dejar de ser esclavos de dogmas y de obligaciones que les ordenan en qué creer, y quieren cambiar la sociedad en la que viven, para preparar la sociedad del mañana, mejor y más iluminada.