LIBERTAD ABSOLUTA DE CONCIENCIA
Simbología masónica
Con el desarrollo de las llamadas “ciencias humanas”, los estudios sobre símbolos alcanzaron un nuevo periodo de interés. Desde finales del siglo XIX, el triunfalismo racionalista se fue difuminando poco a poco para dejar paso a una serie de interrogantes sobre las estructuras simbólicas de culturas que habían sido, hasta aquel momento, ignoradas o juzgadas de “primitivas”.
En el primer año del siglo XX vio la luz la publicación de La interpretación de los sueños, de Sigmund Freud, que inició la exploración científica de otro mundo: el inconsciente. Paralelamente, la incipiente ciencia lingüística propuso nuevos modelos para explicar la relación entre significante y significado.
“Cuando se hizo necesario que las verdades interiores fueran envueltas en ceremonias exteriores y simbólicas, a causa de la debilidad de los hombres, que no eran capaces de soportar la unión de la luz, nació el culto exterior, pero se trata siempre de la representación y del símbolo del interior, o sea, el símbolo del verdadero homenaje rendido a Dios en espíritu y en verdad. Siempre ha existido una escuela más elevada a la que ha sido confiado el depósito de toda ciencia; esta escuela es la comunidad interior y luminosa del Señor (...) sus miembros están dispersos por todo el mundo pero han estado siempre unidos por un espíritu y una verdad.”
Karl von Eckartshausen
“La Nube sobre el Santuario”
Los símbolos gozan hoy de un renovado prestigio y han propiciado que la imaginación no sea despreciada en el procedimiento científico. La imaginación, junto a la razón, se ve hoy rehabilitada como herramienta científica, inspiradora de los descubrimientos e hipótesis más brillantes. Su renovado prestigio se debe también a los efectos del actual triunfo de la imagen, que los sociólogos intentan explicar; a las modernas explicaciones de mitos antiguos; al nacimiento de mitos modernos y a las interpretaciones del psicoanálisis.
Los símbolos están en el centro, y son el corazón de la vida imaginativa. Revelan los secretos del inconsciente, controlan y conducen los más ocultos resortes de la acción, abren la mente a lo desconocido y al infinito.
A lo largo del día y de la noche, en el lenguaje, los gestos y los sueños, cada uno de nosotros, se dé cuenta de ello o no, utiliza símbolos. Los símbolos dan forma a los deseos, incitan a ciertas empresas, modelan un comportamiento, atraen éxitos o fracasos. Su formación, disposición e interpretación interesan a numerosas ciencias: historia de las civilizaciones y religiones, lingüística, antropología cultural, crítica de arte, psicología y medicina, entre otras. Sería necesario añadir a esta lista las técnicas de venta, la propaganda y la política. Estudios recientes y cada vez más numerosos clarifican las estructuras del imaginario y la función simbolizante de la imaginación. Todas las ciencias humanas, como las artes y técnicas que de ellas derivan, están plagadas de símbolos. Como dice Chevalier, “decir que vivimos en un mundo de símbolos es poco: un mundo de símbolos vive en nosotros”. La expresión simbólica traduce, de alguna manera, el esfuerzo del hombre por atrapar y descifrar un destino que se le escapa a través de las tinieblas que lo rodean. Porque si bien en los inicios del tercer milenio podemos afirmar que sabemos de dónde venimos y qué somos, no sabemos aún a dónde vamos.
El uso en la vida diaria de la palabra símbolo revela unas variaciones de sentido considerables. Para precisar la terminología es necesario distinguir bien la imagen simbólica de otras con las que se confunde demasiado a menudo. Si bien las fronteras no son muy explícitas en la práctica, su distinción es necesaria en nuestro intento teórico de llegar a la esencia del símbolo.
De esta manera, el emblema, el atributo, la alegoría, la metáfora, la analogía, el síntoma, la parábola, el apólogo, no son símbolos. Todas estas formas figuradas que forman parte de la expresión tienen en común ser signos y no sobrepasar el plano de la significación. Son instrumentos de comunicación que pertenecen al plano imaginativo o intelectual, que cumplen el papel de espejo pero no van más allá del marco de representación.
El símbolo se distingue claramente del signo en que éste es una representación arbitraria que deja significante y significado (objeto y sujeto) ajenos uno a otro. Es decir, que –como dice Durs- el símbolo presupone la homogeneidad del significante y el significado en el sentido de un dinamismo organizador. Los trabajos de Jung, Piaget y Bachelard profundizan en la estructura misma de la imaginación, motor de este dinamismo organizador. La imaginación, lejos de ser tan sólo la facultad de formar imágenes, es la potencia dinámica que deforma las copias pragmáticas suministradas por la percepción, y este dinamismo reformador de las percepciones pasa así a ser el fundamento de toda la vida psíquica.
Vemos, pues, de esta manera, que los símbolos algebraicos, matemáticos y científicos no son más que signos. Ninguna ciencia exacta podría existir basada en símbolos. También es un error pensar que la creciente abstracción del lenguaje científico conduce al símbolo. El símbolo está cargado de realidades concretas. La abstracción vacía el símbolo y engendra el signo. En el arte, contrariamente, se huye del signo y de nutre el símbolo.
Ciertos formularios dogmáticos son asimismo denominados símbolos de la fe. Son las declaraciones oficiales y culturales gracias a las cuales los iniciados en una fe, un rito, una sociedad religiosa, se reconocen entre ellos. Los adoradores de Cibeles y Mitra, en la antigüedad, tenían sus “símbolos”. Al igual que los cristianos. No poseen de hecho el valor propio del símbolo, son tan sólo signos de reconocimiento entre creyentes y expresión de las verdades de su fe. Es el caso de los signos de reconocimiento de los francmasones, los toques o las palabras de paso.
El símbolo es, entonces, mucho más que un simple signo: lleva más allá de la significación, necesita de la interpretación, y ésta, de una cierta predisposición. Está cargado de afectividad y dinamismo. Representa y vela, realiza y deshace. Juega con estructuras mentales. Por eso se lo compara con esquemas afectivos, funcionales y motores, a fin de demostrar que moviliza la totalidad de la psique. Para recalcar su doble aspecto representativo y eficaz se lo puede calificar de motor de la imagen y el imaginario, en lugar de situarlo al nivel intelectual de la idea. Cuando una rueda en una gorra indica un empleado de ferrocarriles, es sólo un signo. Cuando se pone en relación con el sol, los ciclos cósmicos, los encadenamientos del destino, las casas del zodiaco, el mito del eterno retorno, es otra cosa totalmente diferente: adquiere el valor de símbolo. Alejándose de la representación tradicional, abre la vía a la interpretación subjetiva. Con el signo permanecemos en un camino firme y seguro. El símbolo supone, por el contrario, una ruptura del plano, una discontinuidad, un pasaje a otro orden. Introduce un orden nuevo en otras dimensiones. Complejas e indeterminadas, pero dirigidas en un cierto sentido. Los símbolos son también llamados sintemas o imágenes axiomáticas.
Los compases, las escuadras, las plomadas, triángulos, la piedra cúbica y tantos otros de la francmasonería serían símbolos afectivos y dinámicos, que necesitan de la interpretación, subjetiva y abierta, de cada francmasón. Nuestros símbolos juegan claramente este doble papel de ser motores de la imagen y del imaginario.
Los ejemplos más claros de los esquemas motores de imagen y del imaginario son los que Jung ha denominado arquetipos. Los arquetipos serían prototipos de conjuntos simbólicos, tan profundamente inscritos en el inconsciente que constituirían una estructura. Se encuentran en el alma como modelos preformados, ordenados y ordenadores, es decir, conjuntos representativos y emotivos estructurados, dotados de un dinamismo formador. Los arquetipos se manifiestan como estructuras psíquicas casi universales, innatas o heredadas: una especie de consciencia colectiva. Se expresan a través de símbolos particulares cargados de gran potencia energética. Lo común a la humanidad son las estructuras, que no son constantes, y no las imágenes aparentes, que pueden variar según las épocas, las etnias y los individuos. El símbolo arquetípico religa lo universal con lo individual.
Los mitos se presentan como transposiciones teatrales de los arquetipos, esquemas y símbolos, y conjuntos de epopeyas, relatos, génesis, cosmogonías, teogonías y gigantomaquias, las cuales revelan ya un proceso de racionalización. Mircea Eliade ve en el mito el modelo arquetípico para todas las creaciones, sea cual sea el plano en que se desarrollen: biológico, psicológico o espiritual. La función principal del mito es fijar los modelos ejemplares de todas las acciones humanas significativas. El mito sería como un teatro simbólico de luchas interiores y exteriores que libra el hombre en su evolución, a fin de conquistar su propia personalidad. El mito nos permite descubrir tipos de acciones constantes, es decir, estructuras universales.
El símbolo reclama una transformación en profundidad y se inscribe en el movimiento de la transformación total del hombre, y no sólo enriquece sus conocimientos y conmueve su sentido estético. Cumple, finalmente, el papel de transformador de la energía psíquica. El símbolo no sólo expresa las profundidades del yo, a las que da forma y figura, sino que estimula, mediante la carga afectiva de sus imágenes, el desarrollo de los procesos psíquicos. Como el atanor de los alquimistas, transmuta las diversas energías: puede así transformar el oro en plomo y las tinieblas en luz.
Como dice Cardini, el sistema simbólico, junto con el mítico y el social, actúan siempre juntos como los tres sistemas propios de la vida humana que están presentes en todo tipo de ritos. El objetivo de los rituales francmasónicos sería el de trabajar estos tres sistemas universales (simbólico, mítico y social) y mover los mecanismos psíquicos que harían posible su acción sobre los miembros de la logia. El ritual, mediante el sistema simbólico, potencia la transformación de los francmasones. A la vez que nos forma como hombres libres y buenos ciudadanos en la dimensión de las estructuras universales, a través del sistema mítico, a fin de insertarnos, como iniciados, en una sociedad de iguales. Una sociedad que queremos más libre, fraterna, democrática, laica y plural.
Símbolos masónicos
Columnas J:. y B:.
La puerta para el iniciado, la salida a la luz para el buscador, las columnas del templo de Jerusalén. B:. – Columna norte y J:. - Columna sur. Las columnas simbólicas recuerdan a los obeliscos inscritos con jeroglíficos que se elevaban frente a los templos egipcios. También se encuentran en dos portales redondeados de catedrales góticas. Estas son las dos columnas de Hércules, que indican los límites entre los que muere la individualidad del hombre. El ritual de iniciación masónico incluye una advertencia al candidato antes de entrar al templo - "si te aferras a las diferencias humanas, vete - no están aquí". La columna norte también simboliza la destrucción, el Caos primordial; Sur: creación, orden, sistema, interconexión interna. Estos son la Tierra y el Espacio, el Caos y el Ámbar.
Pasos
Se pueden representar escalones entre las columnas del Templo, que simbolizan las pruebas y la purificación de los elementos al recibir la iniciación masónica.
Piso de mosaico
Las columnas son seguidas por un piso de mosaico con celdas alternas blancas y negras en un patrón de tablero de ajedrez. El simbolismo de la alternancia de celdas blancas y negras sugiere que las áreas de nuestros sentimientos están todas equilibradas con estricta precisión. La percepción se desarrolla según las leyes del contraste. Descansamos cuando estamos cansados, valoramos el placer sólo en comparación con la misma medida de sufrimiento. La alegría es proporcional al dolor y la angustia que los precedieron. Encontrar el error revela la verdad. El bien nos atrae en la medida en que el mal nos repele. El valor de la supervivencia se mide por la fuerza de la lucha contra las dificultades vencidas que se interpusieron en el camino.
Cincel y martillo
Para llevar a cabo su trabajo, se entregan herramientas al estudiante: un cincel, que representa el pensamiento establecido, las decisiones tomadas, y un martillo, la voluntad que las pone en acción. El cincel nos señala las ventajas de la educación, sólo a través de la cual nos convertimos en personas que corresponden a la naturaleza de nuestra comunidad útil y perfecta. Un martillo es una herramienta utilizada por los albañiles para dar a las piedras la forma geométrica correcta. Las esquinas afiladas se doblan con golpes de martillo, la piedra se 'ennoblece', de 'piedra bruta', se convierte en una piedra apta para la construcción. El martillo es un símbolo de ennoblecimiento y otra piedra: el hombre. Solo una piedra perfecta puede colocarse en los cimientos o en la pared de un templo. Las piedras perfectas, las piedras de la forma correcta son siempre similares entre sí. solo brutas Las piedras primordiales pueden tener una infinita variedad de formas. Tales piedras no están desprovistas de una belleza y una estética peculiares, sin embargo, desde el punto de vista masónico, esta es la estética del mundo profano. Aquí es apropiado señalar que la palabra profano para un masón no contiene ninguna connotación negativa. Cuando se aplica a una persona, solo significa que no es masón. Así, para el masón, el mundo se divide simbólicamente en masones y profanos. Valores profanos, vida profana: todo lo que sucede fuera del templo y fuera de las obras rituales. Todo masón tiene naturalmente su propia vida profana. Y la Francmasonería de ninguna manera subestima su valor y significado. que la palabra profano para un masón no contiene ninguna connotación negativa. Cuando se aplica a una persona, solo significa que no es masón. Así, para el masón, el mundo se divide simbólicamente en masones y profanos. Valores profanos, vida profana: todo lo que sucede fuera del templo y fuera de las obras rituales. Todo masón tiene naturalmente su propia vida profana. Y la Francmasonería de ninguna manera subestima su valor y significado. que la palabra profano para un masón no contiene ninguna connotación negativa. Cuando se aplica a una persona, solo significa que no es masón. Así, para el masón, el mundo se divide simbólicamente en masones y profanos. Valores profanos, vida profana: todo lo que sucede fuera del templo y fuera de las obras rituales. Todo masón tiene naturalmente su propia vida profana. Y la Francmasonería de ninguna manera subestima su valor y significado.
Piedra áspera, piedra perfecta
Junto a la columna B:. o al lado izquierdo del Altar, al abrir los trabajos rituales de la logia, se coloca una piedra tosca. Junto a la columna J:. a la derecha del altar, se coloca una piedra cúbica perfecta, lista para ser puesta, usada en la construcción. Simbólicamente, el trabajo masónico consiste en labrar una piedra tosca, mejorando la creación directa de la naturaleza para quitarle asperezas y desniveles y acercarla a la forma correspondiente a su finalidad.
Martillo del Venerable
El martillo masónico es también un símbolo del poder terrenal. El martillo es utilizado por el Venerable Maestro de la Logia, el Primer Vigilante de la Logia y el Segundo Vigilante de la Logia para realizar trabajos rituales. En el trono del Venerable Maestro de la Logia hay dos instrumentos principales: un martillo y una espada de fuego. El martillo es un símbolo del poder terrenal, y la espada llameante es un símbolo del poder espiritual. En la meseta del Primer y Segundo Vigilante hay martillos y, en consecuencia, un nivel y una plomada.
Plomada
Los albañiles utilizan una plomada para comprobar la verticalidad de las paredes. Para el masón, la plomada es un símbolo de la Verdad. La verdad no como un concepto lógico abstracto, sino la Verdad como la rectitud de las palabras y los hechos ante la sociedad. Esa Verdad Viva, en nombre de la cual se levantaron rebeliones y en nombre de la cual quemaron personas en las hogueras de la Inquisición. La plomada enseña justicia y honestidad en pensamientos y acciones y es uno de los tesoros móviles del masón.
Nivel
Los albañiles utilizan el nivel para comprobar la horizontalidad de las superficies. Utilizado por los masones como símbolo de Igualdad entre las personas. Por supuesto, todos somos diferentes. Cada persona tiene sus propios talentos y habilidades, cada uno tiene sus propias metas y puntos de vista en la vida, cada uno tiene su propio camino. Todo el mundo pertenece a algún círculo social, nacional, político o religioso. Pero la ley masónica debe ser la misma para todas las personas, sin importar si la persona es la más rica o la más pobre, si su piel es blanca o negra, cualquiera que sean sus concepciones. El nivel es el símbolo del Primer Vigilante de la Logia, el segundo oficial de mayor antigüedad después del Venerable Maestro de la Logia.
Compás y escuadra
En este emblema, la brújula representa el Firmamento y el cuadrado representa la Tierra. La Tierra es el lugar donde una persona hace su trabajo. El compás, combinado con una escuadra, es quizás el más común de todos los emblemas, símbolos y signos masónicos. El compás se combina con una escuadra en la apertura de las obras masónicas y se coloca en el libro de la ley sagrada. La posición mutua del compás y la escuadra tiene un gran significado simbólico para el masón. Al abrir el trabajo en primer grado, la escuadra se coloca encima del compás, al abrir el trabajo en segundo grado, uno de los extremos del compás se suelta, al abrir el trabajo en tercer grado, ambos extremos del compás están libre. En este emblema, el compás y la escuadra se combinan en tercer grado. La letra G se coloca en el centro del emblema. Su significado es multifacético. Uno de los significados es una abreviatura de la palabra "geometría". Esta palabra es utilizada por los algunos masones como uno de los nombres del Ser Supremo,
Libro de la Ley Sagrada
El Libro de la Ley Sagrada es una de las tres luces principales de la Masonería, junto con el Compás y la Escuadra. El principio de libertad absoluta de conciencia. -Admite entre sus miembros tanto a creyentes, ateos, agnósticos, etc.- y el juramento o promesa puede realizarse, según las logias, sobre el libro de la ley (las constituciones de la orden) o sobre un Volumen de la Ley Sagrada, en ambos casos junto a la escuadra y el compás. En él, los masones toman todos los juramentos durante las iniciaciones e instalaciones solemnes.
Delta radiante
El símbolo más importante del templo masónico es el ojo que todo lo ve o el Delta Radiante. El Delta Radiante suele estar situado en la parte oriental del templo, ya ambos lados del mismo se encuentran el Sol (más cerca del sur) y la Luna (más cerca del norte). Delta radiante: un triángulo con un ojo colocado dentro de él: un signo de iluminación o el principio de la conciencia, de lo contrario, el ojo que todo lo ve, constantemente presente en todos los trabajos de la logia, creando la energía de la radiación constante es la afirmación del ser. Un punto matemático, que no tiene dimensiones, pero está en todas partes, llena la infinidad del espacio. También es un símbolo de conciencia y atención, además, atención mutua, y la atención que cada hermano debe mostrar hacia el mundo. El Delta radiante nos recuerda que cada masón tiene su propia estrella masónica, que brilla en sus labores y lo guía en su búsqueda. Delta radiante: el principal símbolo masónico del primer grado, el grado del aprendiz.
Apretón de manos masónico
Los masones utilizan el apretón de manos secreto tanto en rituales como para reconocerse entre sí. Con la ayuda de un apretón de manos secreto y algunas otras acciones secretas, un masón desconocido para la logia puede ser reconocido como tal y admitido a trabajar. En la vida cotidiana, los masones prácticamente no usan el apretón de manos secreto. Los apretones de manos especiales no son una forma única de reconocimiento para los masones: los Scouts, los mormones, el personal militar, los pioneros soviéticos y muchas otras comunidades usan saludos especiales en sus saludos, costumbres y rituales tradicionales. El apretón de manos masónico es un secreto masónico, y necesitas ser masón para saberlo.